ADIÓS A LOS CODOS
Lección UNO
Por Arturo Sandoval
Asesor técnico: Dr. Paul William Peterson. Coordinador de Neurocirugía del Hospital Ángeles Metropolitano en México DF. http://www.neurologiayneurocirugia.com/
7,500 codos desaparecen anualmente tan sólo en el hospital Magdalena de las Salinas. Las víctimas son ingenuos y confiados conductores que recargan su respectivo brazo izquierdo en la puerta, dejando el codo afuera cuando van manejando. Algunos codos los salvan totalmente los médicos –o casi magos- otros sólo se recuperan parcialmente y un grande número se incineran junto con la mano y el antebrazo, o lo que queda de ellos; incluyendo relojes.
Varios son los objetos que se impactan contra los materiales mucho menos resistentes del cuerpo humano, aún los huesos más duros de un elefante, ceden ante la fuerte cohesión de los átomos del acero o del concreto. Desde luego los tejidos humanos parecen mantequilla al unirse con exceso de fuerza a materiales menos fuertes que el concreto o acero, digamos: plásticos duros, aluminio, latón, madera, cristal y todos aquellos con los que los conductores de codo salido pierden la desigual batalla contra un vehículo que se junta demasiado a su auto, también cuando sacan la mano sin precaución indicando el cambio de dirección, o cuando van -femeninamente- secándose las uñas, o de plano cuando se van oreando el moco.
Esto último puede sonar a broma, lo cierto es que un promedio de veinte personas al día es atendido en este hospital y como mencionamos antes, muchas quedan mutiladas de por vida por culpa de este mal hábito, ¿deberíamos decir maldito hábito?.
Las recomendaciones para no convertirse en estadística fatal en estos casos, son:
1- No saque el codo por la ventana del auto aún cuando esté estacionado ni permita que sus acompañantes lo hagan,
2- Saque la mano con muchísima precaución cuando quiera indicar que va a dar vuelta y sólo en caso de no servir las luces direccionales.
3- Si se acaba de hacer manicura, elija entre secárselo fuera de la ventanilla o la comodidad de que, en el futuro, sólo se lo haga en una mano (también se ahorra el 50% de tiempo y dinero)
4- Traiga a la mano un pañuelo de tela o desechable y cuando no tenga estos, un recurso sucio pero inofensivo, es utilizar (eventualmente) cualquier parte del asiento.
5- Cuando se enoje contra otro conductor, no haga señas obscenas y si no puede evitarlo, trate de hacerlas dentro del auto, aunque emule a un enfurecido gorila dentro de su jaula.
6- Y recuerde, hasta ahora, los brazos... no retoñan.
Otras estadísticas que aumentan por causa de estos accidentes:
Las horas de trabajo perdidas-horas hombre- de la víctima y del otro conductor.
El número de familias con más deudas para pagar hospitalización y gastos subsecuentes.
La venta de brazos metálicos o prótesis
La costumbre de usar direccionales
El uso consuetudinario del cinturón de seguridad, ya que después de golpearse el codo, un gran número de conductores perdió el control del auto y sufrieron otro tipo de lesiones más graves.
La compra de seguros contra accidentes.
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